Veinte millones de animales muertos al año por una afición. Veinte millones.
La cifra retumba en mi cabeza.
Una cifra, sin duda, notablemente superior a la de los afectados por la tauromaquia. ¿Por qué, sin embargo, despierta ésta más interés entre los defensores de los animales?.
¿Es más cruel asesinar con la espada a un toro que acribillar a una paloma a perdigonazos, reventar a bocajarro el cuerpo de un jabalí o dejar ahogarse a una trucha? Yo no lo creo. Generalmente, las muertes que produce la caza son de una violencia terrible, que generan una lenta agonía en sus víctimas. Y el trofeo de esas muertes con igual falta de pudor se exhibe que en el caso de la tauromaquia.
Sin embargo, la caza cuenta con absurdos aliados. Ideales ecológicos que pretenden justificar la sinrazón. La moralidad asociada al acto de matar, de arrebatar lo más preciado que disponen los seres vivos, carece de cualquier valor ético digno, no son más que sueños distópicos.
Veinte millones.
http://blog.pacma.es/2012/armados-y-peligrosos
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